Cuando me empezó a
interesar, hace unos cuantos años, la literatura, como lector, sabía que en
Yepes «teníamos» una poetisa que había publicado varios libros. Sin embargo, no
había picado la curiosidad de leer alguno de sus poemarios. En su lugar, me
centraba en los «clásicos». Hasta que un día, en la universidad, mi profesor
Santiago Sastre, poeta al igual que María Luisa y gran admirador de su poesía,
al verme con un libro de Baudelaire, inició una conversación conmigo. Entre
otras cosas, me preguntó de dónde era, y al responderle que de Yepes, quiso
saber si conocía a María Luisa Mora y si había leído algo suyo. Contesté sí a
lo primero y, con vergüenza, no a lo segundo (tan enfrascado estaba en la
lectura de los clásicos); aun así, me recomendó, con la mejor intención, la
lectura de sus poemas. Eso, como se suele decir, marcó un punto de inflexión y
me hizo ver lo que me estaba perdiendo. Fue una estupenda recomendación.
Entonces indagué en su trayectoria,
libros y premios, y leí sus obras Meditación
de la derrota y La isla que no es,
las más recientes entonces, descubriendo unos versos sin cursilerías ni
palabras altisonantes que, con sencillez ─que no simplicidad─, hablaban de
cosas cotidianas ─que no vulgares─, pero con profundidad y con emoción. Como
escribe Santiago Sastre, en su presentación de El mundo raro, «La poesía de María Luisa Mora se caracteriza por la
claridad, por la plasmación de la vida y de los sentimientos, y por el empleo
de un ritmo conjugado de imágenes literarias». Bajo mi punto de vista, que no
es el de un experto, lo que más atrae de su poesía es que se presenta sin
ropajes costosos ni extravagantes, sin un lenguaje rebuscado, transmitiendo las
cosas cotidianas (cocinar, planchar la ropa, lavar, etc), el día a día de
nuestras vidas, con una sencillez y una claridad que no huye ni de la reflexión
ni de sentimientos como la tristeza, la melancolía, la extrañeza o la soledad,
ni de temas como el amor o la muerte (como la de su hija Verónica, que fue
compañera mía de clase en el colegio); con su obra podemos conocer cómo ve,
cómo siente la vida, con lo que tiene de alegría o regocijo, pero también de
amargura y sufrimiento. No en vano, uno de sus poemas de Meditación de la derrota, titulado Lo verdadero, comienza con el siguiente verso: «Amo lo sencillo».
Después, cuando
colaboré con el Ayuntamiento de Yepes, en el área de cultura, tuve la
oportunidad de conocer mejor a María Luisa, ya no sólo «de vista», como se dice
en el pueblo. Le propusimos desde la concejalía que fuera la presidenta del
jurado de un modesto concurso de poesía que llevaría su nombre, a lo que
accedió gustosamente. Hicimos tres ediciones (2004, 2005 y 2006), con una buena
participación y unos actos sencillos pero emotivos, en los que pudimos
disfrutar de sus poemas recitados por ella misma, en particular de su libro La respuesta está en el viento,
publicado en 2005. Al mismo tiempo, también contamos con colaboraciones de
lujo, como la de Santiago Sastre. Se trataba de promover la poesía, algo a lo
que María Luisa ha dedicado toda su vida. Por eso en su poema Profeta, del libro El mundo raro, confiesa «Yo, tan sólo/ deseo que mis versos/
desciendan sigilosamente/ desde mis libros hasta/ las manos limpias de la
gente,/ al fondo de su mismo/ corazón, que los espera/ con asombro o con
desdén».
María Luisa Mora ha
publicado un total de 12 libros (expongo la lista a continuación), consiguiendo
premios tan reconocidos como el Adonáis, el Carmen Conde o el Rafael Morales.
Por consiguiente, no debe extrañar a nadie que el pasado año se publicara su poesía
completa ─con la excepción de Poemas del
crepúsculo, que no se publicó en papel─ en un volumen titulado El pan que me alimenta, 1986-2013, que
cuenta con un detallado prólogo sobre la vida y obra de María Luisa a cargo de
Santiago Sastre. Toda una suerte para los que disfrutamos de su poesía, que así
ya podemos tener en papel sus primeras obras, difíciles de conseguir (menos mal
que María Luisa, su blog www.moralameda.buenblog.com y su Facebook han suplido esta carencia, al menos virtualmente). Precisamente
el pasado domingo 24 de agosto ha tenido lugar en Yepes, la isla que no es, en el Centro Cultural "Calderón de la Barca", la
presentación de este gran libro. Para llevar a buen puerto este acto, María
Luisa contó con la presencia de Paula Mohino, responsable de la Biblioteca de
Yepes, y de Emilio Pastor Platero, profesor del Instituto de Secundaria de
Yepes, que realizó una magnífica exposición sobre la obra de nuestra autora.
El acto de presentación del libro El pan que me alimenta. |
Espero que estas
palabras susciten el interés de los que siguen este blog por la lectura de la
obra de María Luisa Mora, todo un clásico en el mejor sentido de la palabra.
Ese era mi cometido en esta entrada: ojalá haya estado a la altura. Sin duda,
lo mejor es, para toda aquella persona que le guste la poesía, acudir a sus
libros y leer sus versos; en ellos el lector encontrará un nutritivo pan con el
que alimentarse.
El «responsable» de este blog junto a María Luisa Mora y su libro El pan que me alimenta. |
LIBROS
DE MARÍA LUISA MORA:
1)
Las
hiedras difíciles, Ed. Torremozas, Madrid, 1986.
2)
Este
largo viaje hacia la lluvia, Ed. Rialp, Madrid, 1988. Accésit Premio
Adonáis 1987.
3)
La
Tierra indiferente, Ed. Torremozas, Madrid, 1990. VII
Premio Carmen Conde.
4)
La
mujer y la bruma, Colección Melibea, Talavera de la
Reina, 1992. Accésit Premio Rafael Morales 1991.
5)
Busca
y captura, Ed. Rialp, Madrid, 1994. Premio
Adonáis 1993.
6)
Meditación
de la derrota, Ed. Torremozas, Madrid, 2001.
7)
La
isla que no es, Colección Melibea, Talavera de la
Reina, 2002. Accésit Premio Rafael Morales 2001.
8)
La
respuesta está en el viento, Ed. Torremozas, Madrid, 2005.
Finalista Premio Fernando Rielo 2004
9)
Navegaciones,
Ed. Vitruvio, Madrid, 2009.
10)
Poemas del crepúsculo, Ed. Descrito,
Toledo, 2011, versión digital.
11)
El don de la batalla, Ed. Vitruvio,
Madrid, 2012. X Premio “Ciega de Manzanares” 2011
12)
El mundo raro, Colección Melibea,
Talavera de la Reina, 2013. Premio Rafael Morales 2012.
A continuación,
presento una escueta selección de poemas de María Luisa, como aperitivo.
RECETA TONTA
A
Estrella y Arturo
Del
libro Busca y captura, 1994, Ed. Rialp,
Premio Adonais 1993.
PARA
que se nos evapore la tristeza
hay
que hacer lo siguiente:
Tomar
una lágrima y echarle sal y un ajo picadito
y
una aceituna negra
y
un trozo de tomate
y
un sombrero redondo
y
alguna jaula, abierta, con un tigre de plástico.
Después,
poner todo al fuego y esperar cinco años,
como
mínimo;
y,
mientras tanto, no vendrá mal un beso
a
un hombre bueno y, así, como muy alto;
y
tener varios hijos y unas cuantas palomas invisibles,
para
que nos avisen del tiempo que nos queda,
y
el ding de una campana
y
el dong de alguna alfombra que pisamos;
y,
pasado ese tiempo,
tendremos
la sonrisa preparada.
Y
durará, no crean;
aunque
pasen las cosas que nos pasan;
aunque
llueva;
aunque
se abra la tierra y fallezca un ciprés;
aunque
se nos estrelle el corazón contra una nube de cemento,
la
tristeza habrá sido desterrada de nosotros.
CONTRADICCIÓN
Del
libro Meditación de la derrota, Ed. Torremozas,
2001.
PODRÍA
vivir sin corazón,
arrojarlo
al abismo,
al
camino del que nadie regresa,
y
podría seguir sonriendo,
ampliamente,
como
sonríen las personas
que
no esperan la lluvia
ni
un pájaro
ni
una promesa
ni
un balcón donde asomarse al mundo.
Y
podría caminar, sin él,
hacia
lo fácil,
sin
dejar, en la huella, el peso
de
mi espíritu,
ni,
en el tronco de los árboles,
la
cicatriz de algún latido.
Como
si, en mi vida, sólo la derrota
hallase
un lugar para existir.
Pero
sucede
que
nunca supe vivir sin corazón.
EL PRECIO
De
libro El don de la batalla, 2012,
Ediciones Vitruvio, X Premio de poesía “Ciega de Manzanares”, 2011.
CASI
nadie sabe lo que haces.
Compras
el pan procurando desviar
el
tema de unos versos
que
nadie saca a relucir.
A
veces, te preguntan
cuánto
ganas por poema,
cuánto
pagan por la belleza en las ciudades.
Callas,
muerta de vergüenza,
no
entendiendo un mundo
que pone precio al
pan que te alimenta.
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