viernes, 6 de marzo de 2015

En el mirador de Carlos Rodrigo

Hoy recibimos en el camarote a Carlos Rodrigo, escritor, poeta, articulista, compañero juntero (con el riesgo que eso tiene hoy) y un sinfín de cosas más. Sin duda, una de esas ocasiones especiales para las que este blog nació.
Nuestro autor ha publicado recientemente un libro de relatos, titulado El Mirador de Rilke, que presentará en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en Toledo, el próximo lunes 9 de marzo, a las 19:00 horas. La edición corre a cargo de Editorial Amarante, y se encuentra en ebook y formato tradicional. Para quien guste de la poesía, Carlos Rodrigo tiene publicado un poemario, Nubes y claros, en Editorial Celya, con prólogo de Luis Alberto de Cuenca.
Para abrir boca, Carlos ha tenido la gentileza de mandar tres relatos al camarote, de placentera degustación. Para mí es una buena noticia para la literatura y confío en que su libro se venda muy bien. ¡¡Enhorabuena Carlos!!   



EL SUEÑO DE ONETTI
Luigi soñó que estaba tendido encima del catre, estirado como una momia, respirando larga y tímidamente como si tuviera miedo de incomodar a alguien. Los ojos muy abiertos y fijos en el techo blanco-sucio, que tenía una grieta con dos afluentes que iban a morir en las esquinas. Permanecía en la misma posición durante un tiempo indeterminado un minuto, una hora, y no lograba pensar en nada concreto, pasado, presente o futuro. Sólo alguna imagen inconexa, ni siquiera vivida o que se aproximara a algo parecido a un deseo. Cuando despertó su realidad no difería ni un ápice al sueño. Sólo recordaba aquella frase de su padre mirándose al espejo: “a ese miserable se le han muerto hasta los sueños”.

I CONGRESO INTERNACIONAL DE SERES MALDITOS
 … Bernard Fokke llevaba sentado en la cofa del palo mayor de “el buque volador” una eternidad. Y aunque esto del tiempo era, es, y será  siempre (o nunca según se mire) relativo, según teorizaba, desde no mucho, otro judío lejos del mar de Las Hébridas que ahora singlaba, ciertamente la situación empezaba a resultarle insoportable.
En esto, el destino y el mar, que ahogan pero no aprietan, acercaron unos cantos hacia sus oídos. “Las pesadas de las sirenas otra vez -farfulló-, estas desahogadas se creen que nací ayer”. Pero a medida que era más nítido el sonido, percibió que estaba ante un velero cochambroso, cuyo sonriente capitán le espetó:
— ¿Hacia Ítaca?
— Todo a babor.-replicó-.
— Si llega usted antes diga a Penélope que la quiero y que me espere.
Y es desde entonces que Fokke, algo misógino, romántico incurable, poco dado a finales crepusculares, y defensor de que un segundo no dura siempre un segundo, se toma las cosas con filosofía, y sentado en la cofa situada en el cuello del palo mayor de su barco, fuma en una vieja pipa de madera de boj un tabaco indefendible que extrañamente nunca se consume, mientras espera tiempos y espacios mejores…

ADIÓS SIN EL CORAZÓN
Por mucho que dijeran con la boca chica sus familiares y amigos, la presión se masticaba en el ambiente y el aire era irrespirable. En el pueblo ya no la miraban igual desde los rumores de infidelidad. Con independencia de su veracidad, siempre algo queda. Eva se sentía marcada y desprotegida. Así que cuando  se le acabaron las lágrimas, primero las de rabia, luego las de impotencia, y por último las de indefensión, decidió poner fin a un matrimonio en el que ya no creía. Con cabeza alta y paso decidido se dirigió al dormitorio, abrió el falso cajón junto a la cama de matrimonio, y tras empuñar la pistola, sin vacilaciones, enfiló hacia el salón. A menos de un metro, tras cuadrarse, y sin pestañear, descerrajó un único, certero e inapelable disparo en pleno corazón del retrato de su esposo. Era el último favor que le hacía. “A fin de cuentas un cuadro con una historia detrás se vende mejor en el mercado, que se lo digan a Cela y su Miró rasgado” — pensó en voz alta sonriendo—. Dejó el arma humeante y se marchó con lo puesto. Para el viaje de la libertad no precisaba equipaje.

CARLOS RODRIGO LÓPEZ

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